13 de noviembre de 2007

El mercado flotante

En esta ocasión no nos hemos alejado mucho de Bangkok porque el domingo yo tenía un concierto y además venía una nueva becaria que va al Banco Mundial aquí en Bangkok y teníamos que ir a recogerla al aeropuerto.
Así que aprovechamos para ir a ver el mercado flotante de Damnoen Saduak. Cogimos un autobús el viernes. Llegamos por los pelos porque no sabíamos muy bien los horarios y nos subimos al último. Tuvimos que viajar un rato de pie porque todos los asientos estaban ocupados hasta que pasamos unas cuantas paradas y la gente empezó a bajar. Tardamos al rededor de una hora y media en la que nos dio tiempo a dormir un poco. No sabemos porque, al bajar del autobús habían casualmente tres moto-taxis esperando y nos llevaron al resort. Aquí voy a hacer un inciso porque yo no se exactamente como llamar a este tipo de sitios. Está claro que no es un hotel, es mas bien como un hostal pero mas bonito, así que es una cosa intermedia que llamaremos a partir de ahora "resort". Bueno, el caso es que el sitio era precioso, con un canal en medio y unos puentes de madera que te permitían pasar a las dos filas de habitaciones que había a los lados.

Cuando llegamos la cocina ya estaba cerrada, así que después de dejar las mochilas en la habitación llamamos a otro moto-taxi para que nos llevara a algún sitio a comer. La verdad que la calle estaba bastante solitaria, y nos llevo a un lugar de bufete libre. Como muchas de las cosas que habían para comer no las conocíamos nos decidimos por la carne que es mas difícil fallar. Nos pusieron un artilugio para hacer la carne que consistía en una base metálica donde se alojaba el carbón con las brasas y encima un recipiente en forma de ovni. El ovalo central estaba rodeado por agua caliente y dicho ovalo tenía unos agujeros por donde salía el calor con el que se hacía la carne. La grasa de la carne caía en el agua y junto con un poco de maíz y unas hojas de no se que se convertía en una sopa muy buena. Nos pusimos las botas, y los pobres camareros aguantaron allí sirviéndonos hasta que no pudimos mas. La gentileza de esta gente no acaba aquí, ya que después de pagar se ofrecieron a llevarnos en su coche gratis de vuelta al resort, y con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.

Al día siguiente a las 07:30 en pie porque a las ocho venían a recogernos para llevarnos al mercado. Nos subieron en una barca y nos llevaron hasta el mercado. A esas horas de la mañana, en barca por los canales y a una buena velocidad que nos llevaba el "marinero", se notaba bastante fresco. El mercado ha perdido el encanto que tuvo hace ya unos cuantos años. Ahora solo hay puestos de regalos y barcas con fruta o dulces típicos de la zona. Consiste en unos pocos canales en los que hay puestos en las orillas dando al canal y pequeñas barquitas donde los lugareños venden su fruta. Tu marinero se va acercando a los distintos puestos o barcas según tu le vas indicando para comprar algo. Es un paseo bastante relajado e interesante. Nos habían dicho que fuéramos al mercado justo cuando abrieran, y así lo hicimos porque una hora mas tarde el tráfico por esos pequeños canales ya se hacía complicado por la cantidad de barcos turistas con sus cámaras de fotos.

Como era pronto y aún nos quedaba mucho día por delante, decidimos volver a Bangkok por otra ruta. Primero cogimos un autobús hasta Samut Songkhram. El autobús nos dejó en medio de ningún sitio por donde solo pasaban dos grandes carreteras que estaban a medio construir. Estuvimos merodeando un poco intentando orientarnos, pero en cuanto tuvimos la oportunidad hicimos lo que mejor sabemos hacer aquí: preguntar. Gracias a eso conseguimos que un hombre nos paseara por toda la ciudad esperándonos a que acabáramos cada una de las visitas que le íbamos diciendo que queríamos visitar. La ciudad está situada en el golfo este de Tailandia y lo mas interesante de ver son algunos de sus templos y un mercado con vistas al mar. Después de comer nos dirigimos a la estación de tren donde nos encontramos con un mercado que se realiza encima de las vías del tren y que habíamos conocido anteriormente por un vídeo en Youtube. Es muy curioso porque los puestos están a los lados de la vía y la gente pasea por en medio, cuando el tren va a pasar recogen las cajas que hay encima y los toldos, y una vez que ha pasado vuelven a colocarlo todo en su sitio y siguen con su actividad. Creo que solo circula dos o tres veces al día, por eso se lo pueden permitir.


El tren era bastante rústico, con ventiladores en el techo para combatir el gran calor que hacía y unos asientos bastante incómodos, pero el paisaje merecía la pena, pasamos por un montón de pueblos y por frondosos campos. Finalmente llegamos a Bangkok muertos de cansancio pero con la sensación de haber disfrutado del viaje.

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